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Introducción

“Cuando se crearon las plazas por primera vez, se consideraron, en boca de Macaulay, una de las maravillas de Inglaterra, por su mezcla de utilidad y belleza.”

Esta afirmación resume con precisión el valor que tuvieron los espacios verdes en el desarrollo urbano de Londres durante los siglos XVII y XVIII. Lejos de ser simples adornos, las plazas londinenses formaron parte activa de la organización de la ciudad y de las nuevas formas de vida urbana.

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Londres en 1741-5

John Bouque

Durante este período, Londres atravesó una profunda transformación. Impulsada por el crecimiento demográfico, el aumento del comercio y el crecimiento de la influencia política y económica de Inglaterra, la ciudad comenzó a extenderse más allá de sus límites medievales. A diferencia de ciudades como Roma o París —planificadas desde el poder central bajo principios del urbanismo barroco, con trazados monumentales y escenográficos—, Londres creció de manera más fragmentaria, pragmática y descentralizada. Como señala Morris, “las perspectivas infinitas y la gran escala del Barroco se lograron y fueron posibles tan solo como resultado de los inmensos poderes autocráticos centralizados”. En ese marco, Londres se presenta como una excepción: una ciudad cuya forma urbana no fue determinada por un plan centralizado, sino por una lógica más dispersa, influida por intereses privados y procesos sociales más abiertos.

En este modelo, la creación de plazas no fue el resultado de una política estatal planificada, sino de la asociación entre grandes propietarios de tierras y constructores especulativos, que vieron en el desarrollo urbano una oportunidad rentable. Los propietarios aristocráticos, no solo buscaban obtener beneficios económicos, sino también mantener cierto control sobre la calidad del entorno y el tipo de vecindario que se iba a formar. Esta dinámica se refleja en la observación de Steen Eiler Rasmussen —citada por Morris, “el gran propietario y el constructor especulativo se encontraron el uno al otro y juntos crearon las plazas de Londres, de carácter unitario, rodeadas como están por sus decorosas casas todas iguales”.

Las plazas fueron el centro organizador de este nuevo tejido urbano: estructuraban el diseño de los barrios, jerarquizaban el espacio, y funcionaban como marco de sociabilidad para los vecinos. Este tipo de urbanización se basaba en tres principios clave: la presencia del propietario como figura impulsora del proyecto, la integración de la plaza con las calles, mercados e iglesias del entorno, y la ejecución del conjunto mediante acuerdos con distintos actores privados. El resultado fue una forma de crecimiento urbano planificada desde lo privado, pero con un fuerte impacto en el orden público de la ciudad.

En este contexto, el espacio público en Londres adoptó una variedad de formas que respondían a distintos usos, escalas de acceso y modos de habitar. Este trabajo analiza tres casos que reflejan esa diversidad tipológica, organizados según una escala de privacidad creciente: Covent Garden, una plaza abierta de uso comercial; St. James’s Park, un parque de paseo vinculado al esparcimiento y la representación; y Bloomsbury Square, una square semiprivada de carácter residencial. A través de estos ejemplos, y en torno a tres ejes de análisis — forma urabana y morfología, relación con la arquitectura circundante y uso y funcion—, se buscará comprender cómo estos espacios no solo acompañaron el crecimiento de Londres, sino que expresaron nuevas formas de vida urbana y de construcción del espacio colectivo.

Bibliografía: 

La Ciudad Europea (1933), Benévolo

Paris y Londres SXVIII, Gravagnuolo

Historia de la Forma Urbana, A. E. J. Morris

Sobre Plazas de Londres y París, Patteta

Guía Literaria de Londres (2012), Joan Eloi Roca

Londres, Una Biografía, Peter Ackroyd.

www. meisterdrucke.ie/CoventGarden

www. meisterdrucke.ie/StJames

www. meisterdrucke.ie/BloomsburySquare

www.londonmuseum.org.uk

www.londonwiki.co.uk

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