
Espacialidad
El concepto de espacialidad se refiere a cómo se concibe, organiza y experimenta el espacio dentro de una obra arquitectónica. No se trata solo de muros, estructuras o estilos decorativos, sino de la manera en que ese espacio es vivido por quien lo recorre. Para Bruno Zevi, la verdadera arquitectura no puede entenderse sin pensar en el espacio interior, en su dimensión emocional, visual y simbólica. Cada época histórica ha pensado el espacio de manera distinta, influida por su contexto social, religioso, técnico y cultural.
Zevi establece una diferencia radical entre el templo griego y la arquitectura romana. El templo griego, para él, no es arquitectura, porque no busca generar una experiencia espacial: su interior es oscuro, cerrado y no está pensado para ser habitado. El edificio funciona como una escultura externa, destinada a ser vista desde fuera. De hecho, los rituales se realizaban afuera, caminando alrededor del templo.
“Quien investigue el templo griego buscando en primer lugar una concepción espacial, tendrá que huir horrorizado, señalándole amenazadoramente como típico ejemplar de no arquitectura.”
- Bruno Zevi
En cambio, los romanos descubren el valor estético del espacio interior. Gracias a técnicas como el arco y la bóveda, logran cubrir grandes superficies y diseñar interiores monumentales, pensados para ser vividos. El espacio ya no solo cumple una función técnica o utilitaria, sino que se transforma en una experiencia estética y emocional. Este modo de entender la espacialidad (como algo que se siente desde adentro) influye directamente en los arquitectos Filippo Brunelleschi y Andrea Palladio.

A partir de estos dos arquitectos que analizamos, se hace evidente cómo los contextos históricos en los que vivieron influyen en las distintas maneras de percibir y representar el espacio. Filippo Brunelleschi trabaja en el contexto del Renacimiento, un momento de renovación cultural que busca recuperar los ideales de la antigüedad clásica. Su arquitectura expresa una concepción del espacio basada en la proporción, la simetría y la claridad geométrica.
Retrato de Fillippo Brunelleschi
”Por lo que concierne a la arquitectura, el concepto de espacio perspectivo 'lleva a seleccionar, entre todos los caracteres arquitectónicos, un grupo homogéneo —los geométricos y proporcionales— que deben definirse separadamente y antes que los demás; impone un cierto orden en esa selección, y separa especialmente las formas de la relación que las une con la escala humana (haciendo posible urifi'sefiede nuevos efectos métricos sugestivos, si bien provoca, a la larga, una progresiva separación entre la proyección y las medidas físicas del hombre).”
- Benévolo
La perspectiva lineal, herramienta que él mismo contribuye a desarrollar, permite organizar el espacio desde un único punto de vista, generando una percepción armónica, ordenada y racional. El espectador no necesita moverse para comprender la totalidad del espacio: basta con detenerse en un punto central para que la arquitectura se revele como una totalidad coherente.
Andrea Palladio, en cambio, trabaja en el siglo XVI, en un período posterior marcado por la crisis del Renacimiento conocida como la del Cinquecento. Esta crisis genera una ruptura con la visión estable y absoluta del espacio, dando lugar al Manierismo. En este nuevo marco, el espacio ya no se percibe como una estructura cerrada, sino como un campo de tensiones. El punto de vista único cede ante una multiplicidad de miradas: el espectador debe recorrer visualmente la arquitectura, incluso desde un mismo lugar, para reconstruir su sentido. La espacialidad se vuelve más ambigua, dinámica e incierta, hay sorpresas.

Retrato de Andrea Palladio
“Quizá donde aparezca en forma más significativa la cualidad formal de la planta de Palladio es en la disposición de la escalera, incómodamente ubicada debajo del pórtico, a un lado del patio. Palladio explicó este inconveniente diciendo que obedecía al propósito de obligar, a todo aquel que deseara subir, a admirar primero la parte más hermosa del edificio. En realidad, era el patio, el antiguo peristilo, lo que se consideraba como la parte más importante de la casa.”
- Wittkower
En la obra de Palladio esta ambigüedad no anula la referencia clásica, pero introduce una nueva complejidad perceptiva que obliga a mirar dos veces, a buscar sentido en la articulación entre interior y exterior, entre simetría y desvío. No solo buscaba eficiencia, sino también dirigir la experiencia visual y simbólica del visitante.
“La arquitectura del manierismo, sin embargo, se distingue de toda otra arquitectura, por el hecho, sobre todo, de que crea una visión del espacio que es incompatible en sí con el espacio empírico y que encierra en sí un intrigado antagonismo de los criterios de la realidad.”
- Patteta
Esta imagen funciona como síntesis visual del concepto de espacialidad que venimos desarrollando. De izquierda a derecha, aparecen el Hospital de los Inocentes, la cúpula de Santa Maria del Fiore, la Villa Rotonda, la Basílica de San Lorenzo, la Capilla Pazzi, la Basílica de Santo Spirito y la Basílica Palladiana. La intención fue construir un espacio visual unificado que, a primera vista, parezca una única panorámica. Sin embargo, al detenerse, se reconocen las diferencias entre cada obra y sus respectivas lógicas arquitectónicas.

Panorámica del espacio creado
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Planta del espacio creado
Trabajamos con interiores y exteriores, buscando mostrar cómo cada arquitecto los piensa y los relaciona. En las obras de Brunelleschi, como San Lorenzo, Santo Spirito o la Capilla Pazzi, el interior está bien definido: hay simetría, proporción y un punto de vista claro desde donde se entiende todo. En cambio, en obras como la Villa Rotonda o la Basílica Palladiana, Palladio propone una conexión más fluida entre el adentro y el afuera, con visuales cruzadas, aberturas amplias y una espacialidad más dinámica. En esta operación proyectual, se mezclan esos dos lenguajes: lo ordenado, centrado y geométrico de Brunelleschi con lo más ambiguo, abierto y complejo de Palladio. El resultado es una imagen donde no queda claro si el espacio es cerrado o abierto, si estamos adentro o afuera. Y esa incertidumbre es justamente parte de lo que queríamos transmitir. Así, combinando distintos fragmentos (tanto interiores como exteriores), no solo mostramos dos estilos distintos, sino dos formas de pensar y vivir el espacio. Desde la estabilidad visual del Renacimiento hasta la mirada más fragmentada del Manierismo, lo que cambia no es solo la arquitectura, sino también la forma en que la percibimos.